Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en las publicaciones que hacemos de nuestros pequeños.
Según una página reconocida de temas en crianza, cuenta que antes de que nuestros niños cumplan los cinco años ya circulan nada menos que mil fotografías de ellos circulando por la red: Youtube, Facebook, Instagram, Twitter, Flickr, blogs... Incluso se da el caso de que muchos padres tienen la percepción de que si no comparten imágenes de sus hijos o de su labor como progenitores, no son padres comprometidos.
En algunos países ha trascendido el tema, a tal punto que hay denuncias contra los padres. Ya que a veces puede salirse de control, por lo que muchos dudan si no será algo irresponsable de parte de esos padres que comparten tantas imágenes de sus vidas, poniendo en juego la privacidad de la familia e incluso su seguridad.
En el tema digital (incluso en el plano psicológico), la atención se centra que a tan corta edad, muchos niños tienen una poderosa identidad digital fabricada por sus padres, que se puede corresponder en mayor o menor medida con la verdadera identidad de los pequeños, aún en formación.
Aunque no es del todo negativo, compartir imágenes de nuestros pequeños y de nuestras experiencias es para muchos la forma de mantener informados a nuestros familiares y amigos que viven lejos, también por medio de las redes recibimos o damos ayuda a otros padres, y más.
En lo particular pienso mucho en el tema de seguridad y privacidad familiar. Sin embargo, cada padre o madre está en su derecho de decidir cómo y cuándo publica fotografías de sus pequeños.
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