Ningún padre ha aprendido antes de serlo. Esta es una experiencia que va adquiriendo en el día a día, y uno de los aspectos más importantes de la crianza sin duda alguna es la relación con nuestros hijos.
Una relación saludable permitirá darle a los pequeños un espacio seguro y lazos afectivos fuertes, y para hacerlo de manera balanceada me he encontrado con algunos tips que se pueden tener en consideración.
Evitemos enfocarnos sólo en lo negativo.
Habla con tu niñ@ sobre las áreas que puede mejorar y cómo. Al corregirle, es importante señalar la conducta, no la persona. Cambia la frase “eres un malcriado” por explicarle que el comportamiento no está bien o no te gusta.
Sé firme, no dominante
La clave para disciplinar está en la flexibilidad. Por ejemplo, si una de las reglas es que a la hora de cenar no se contestan llamadas, pero un día atraviesa una situación particular, dale el espacio. Así siente que está en un ambiente de confianza, que entienden sus necesidades.
Demuestra respeto
Una relación saludable exige respeto de ambas partes. Modelar el trato respetuoso con todas las personas, especialmente en momentos de coraje o frustración demuestra al menor la manera sana de manejar emociones.
Mantén la rutina
Es un factor clave para que adquieran seguridad y autoestima. Por ejemplo, cuando los padres son divorciados no se espera que las rutinas sean idénticas, pero sí lo suficientemente parecidas para ofrecer estructura a la vida del menor y evitar la confusión que surge de los mensajes contradictorios.
Enfatiza en la cooperación
La destreza de compartir, en lugar de competir, desarrolla relaciones interpersonales saludables, consideración y empatía.
¿Simpatía excesiva?
Evita la exageración al atender las necesidades de tus hij@s. Todos los límites son nocivos. Si los proteges demasiado, no desarrollarán independencia.
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